1986
En su origen los árabes la llaman «falta de agua».
Alegre en el silencio y protegida a su espalda de vientos y agresiones, la gran montaña ha cedido espacio. Aún eran pocos los que allí moraban.
Cálidas tardes en las salidas desde Barbastro, túneles intermitentes entre riscos y punto obligado al alzar la mirada.
Cielos de algodón al horizonte, azul celeste trás la bruma y matices en violeta como ráfagas de voluntad de supervivencia al futuro.
Nebulosa incierta de los pueblos sin población que mantienen su belleza negándose al abandono.
Dra. Abad