1981
Una realidad de los pueblos frente a la industrialización ha dejado muchas imágenes como ésta. Un gran contraste entre lo que es progresivo olvido y deterioro y la satisfacción de la belleza de toda la obra.
Son casas agrupadas, muchas ya sin tejado o perdido poco a poco por las inclemencias del tiempo y la ausencia de sus propietarios para repararlos. Una a una se pueden contar, puertas y ventanas abiertas. Ya no encierran nada y nos permiten conocer cómo pudo ser el día a día de sus habitantes.
Restos de utensilios inservibles, cuadras y comederos.
La naturaleza ha vuelto a ocupar el puesto que perdió. Ha crecido la vegetación que progresivamente va rodeando estas ruinas.
La grandeza de su dominio en cielo y tierra. La fuerza superior y la delicada labor tramo a tramo, árboles, setos, matas, flores, minúsculo moteado. Impresionante belleza, inmensa variedad de tonalidades, juego de sombras y luces.
Merece detenerse y experimentar que se es capaz de descubrir lo perdido y soñar indefinidamente.
Dra. Abad